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El duelo por la pérdida de un animal

Honrando la muerte de un miembro más de la familia


Wanda, Bobtail de 13 años, acostada en el suelo. Ese día la familia sabía que Wanda había empezado su última etapa de vida.

En los rincones más íntimos de nuestras vidas, compartimos un vínculo especial con aquellos que consideramos miembros de nuestra familia. A menudo, estos seres no hablan nuestro idioma, ni forman parte de nuestra misma especie, pero su presencia es una fuente inagotable de amor y compañía. Y no nos referimos sólo a perros y a gatos, que quizás son los animales por los cuales está más “aceptada”,  por nuestra sociedad, la idea de duelo (y en la mayoría de ocasiones ni con ellos). Sino que también nos referimos a todos aquellos animales con los que nos vinculamos y que comparten su día a día con nosotros. Aves, roedores, reptiles…, con todos y cada uno de ellos acabamos tejiendo un hilo que nos une, más allá de la vida, más allá de la muerte


Cuando nos relacionamos con los animales entendiéndolos y sintiéndolos como uno más de la familia, su pérdida puede llegar a ser realmente dura y devastadora. Teniendo que lidiar, además, con la mirada carente de compresión de la sociedad. 


El dolor de perder a un animal de la familia puede ser tan o más abrumador como el de perder a un ser humano cercano. Este duelo es único en su naturaleza, ya que se entrelaza con la complicada red de emociones que surgen de la pérdida y el amor incondicional que compartimos con nuestros animales. Nos encontramos luchando con la tristeza, la soledad, la culpa y el vacío, todo mientras tratamos de comprender y procesar nuestra propia relación con la mortalidad y el significado de la vida.


Una de las luchas más desafiantes a la que nos enfrentamos cuando perdemos a un animal es la sensación de aislamiento emocional


A menudo, nos encontramos en una encrucijada entre el deseo de expresar nuestro dolor, y la preocupación por ser juzgados o incomprendidos por aquellos que no comparten nuestro profundo vínculo con los animales. En una sociedad que, a menudo, minimiza el vínculo humano-animal, nos enfrentamos al miedo de ser etiquetados como excesivamente sentimentales o incluso irracionales por llorar la pérdida de un compañero no-humano.


Hámster con un pastel celebrando el que sería su último cumpleaños

Sin embargo, es esencial reconocer que el duelo por la pérdida de un animal es completamente válido y merece ser honrado con la misma compasión y respeto que cualquier otro tipo de duelo. Nuestros compañeros de vida no-humanos ocupan un lugar único en nuestras vidas; son testigos silenciosos de nuestros triunfos y desafíos, nuestros confidentes en tiempos de angustia y nuestra fuente inagotable de consuelo. Su pérdida deja un vacío palpable en nuestros hogares y corazones, y negar nuestro dolor no sólo prolonga nuestra tristeza, sino que además perpetúa el duelo.


Al igual que cualquier proceso, el camino hacia la sanación después de perder a un animal es único para cada individuo. Es importante permitirnos sentir y expresar nuestras emociones de la manera que mejor nos parezca, ya sea llorando en soledad, compartiendo recuerdos con seres queridos o incluso buscando apoyo en grupos de duelo específicos para mascotas. No hay una forma "correcta" o única de enfrentar el duelo, solo la certeza de que el amor que compartimos con los animales trasciende la distancia y el tiempo.


Además, es fundamental que como sociedad, cambiemos nuestra percepción del duelo por la pérdida de un animal, sin importar su especie. En lugar de juzgar o minimizar el dolor de aquellos que están de luto, debemos ofrecer compasión, empatía y apoyo. Reconocer la validez y la profundidad de este tipo de duelo es un paso crucial hacia una mayor comprensión y aceptación de la complejidad de las relaciones humano-animales.


En última instancia, al enfrentar la pérdida de un animal de la familia, debemos recordar que el amor que compartimos con ellos trasciende la mortalidad. Aunque sus huellas pueden haber dejado este mundo físico, su influencia perdura en cada recuerdo compartido, cada caricia y cada latido de nuestro corazón. Y, gracias a ello, podemos asegurar que, en realidad, ellos nunca se marchan del todo


Honremos su legado celebrando la alegría que trajeron a nuestras vidas y permitiendo que su amor continúe guiándonos en nuestro viaje hacia la sanación y la aceptación.


Si has perdido a un animal y te gustaría poder recibir acompañamiento emocional, contacta con nosotras, estamos aquí para avanzar contigo en estos momentos tan complicados.

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