Akela - Una mini pantera negra que demostró que el amor lo puede todo
- Wild Souls
- 25 jul 2020
- 2 Min. de lectura

Akela es de esos casos que te dan el aprendizaje que hubiéramos tardado años en hacer. Nos enseñó sobre paciencia, sobre respeto y sobre tiempos.
Cuando la rescatamos, no dejaba que nos acercásemos, los bufidos y zarpazos eran las consecuencias de no respetar su miedo y espacio.
Empezamos a escucharla, a entenderla y, poco a poco, fue siendo ella la que se acercaba.
Pasaban las semanas e iba viendo como todos sus hermanitos iban siendo adoptados menos ella. El trabajo de “mimoterapia” no cesó. Con el tiempo, ya no sólo se acercaba, sino que además disfrutaba y ronroneaba cuando la acariciábamos.
Y, de repente, una pareja leyó su historia y Akela tuvo su gran final feliz. Aquí os dejamos las palabras de sus papis humanos
"En la semana santa del 2017 llegó Akela a casa.
Nos decidimos a adoptarla después de conocer su historia: había estado una temporada

sola en la calle y a raíz de eso le temía a todo. Fuimos un día para conocerla antes de dar el paso; estaba en un cuarto de la casa, sola y debajo de una silla, asustada después de que la hubieran esterilizado, pero nos dejó acariciarla y ronroneaba. Ya no había vuelta atrás. Ya teníamos dos gatos, pero es que nos encantan…
Y empezó el periodo de adaptación con sus nuevos hermanos (Milo y Aria); y con nosotros.
La dejamos apartada en una habitación y la primera noche no dejó de maullar y subirse a la ventana. Mientras yo dormía mi marido la consolaba.
Fuimos sacándola de la habitación en el transportín para que Milo y Aria se acostumbraran y a la inversa para que Akela conociera su nuevo hogar y aunque le temía a cualquier sonido o movimiento, en aproximadamente una semana ya se había hecho a la casa; jugaba con sus hermanos, comían y dormían juntos y cuando no estaba con ellos estaba pegada a nosotros.
¡¡Quién nos iba a decir que esa gatita temerosa iba a ser quien más mimos quería!!
No fue hasta pasado el primer año en casa que se subió encima de mí, y ahora no hay quien me la saque de encima; me sigue al baño, a la cama, a la cocina, al comedor… Me lame cuando se limpia, me habla cuando quiere atención o cuando algo no le gusta y duerme en medio de la cama de matrimonio, ¡¡es una niña mimada!!
A día de hoy sigue asustándose con la multitud de gente y los movimientos bruscos, pero quien la conoce en su día a día puede ver que su cambio es de 180º. Ha pasado de estar debajo de una silla a disfrutar el sol en el balcón, mirando a las loritos del árbol de delante de casa.

Akela ahora es una gata que juega persiguiendo por el pasillo a sus hermanos, hace la croqueta en su árbol rascador, muestra su barriguita a desconocidos para que se la rasquen y se sube encima de cualquiera que se siente en un sofá (y se esté muy quieto).
Cuando echamos la vista atrás no podemos creer que sea la misma y no podíamos esperar un mejor desenlace para nuestra familia gatuna."
Que tengáis una larga y feliz vida gatuna familia¡! Sin duda, Akela no podría haber caído en mejores manos¡!
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